Los implantes dentales se colocan en el hueso maxilar del paciente para restaurar piezas dentales o hacer reconstrucciones completas debido a múltiples factores. Al fin y al cabo se trata de sustituir la raíz del diente por una base artificial, por tanto debe producirse una correcta osteointegración y se deben utilizar materiales que no ofrezcan rechazo y por supuesto que no provoquen ningún tipo de toxicidad. Materiales como el berilio, magnesio, cadmio, mercurio o zinc, presentan una fuerte toxicidad, sin embargo, el aluminio, el galio o el indio, no son en absoluto tóxicos.
Aleaciones como plata-estaño y cobre-estaño se han utilizado para la fabricación de implantes dentales, ya que el estaño produce una película de oxidación que protege de la corrosión en los tejidos humanos. También ocurre en aleaciones como cromo-cobalto o níquel-cromo que consiguen una perfecta adhesión en el cuerpo humano.
La aleación cromo-níquel-hierro ha sido utilizada en cirugía ortopédica. También se le puede agregar una cantidad determinada de molibdeno, volframio o carbono para mejorar las propiedades mecánicas. Pero hay que decir que el primer material utilizado en implantología fue el metacrilato, que ya había sido utilizado en cirugía plástica y ortopédica. Sin embargo fue abandonado rápidamente, ya que se podía obtener una polimerización total debido a que el monómero residual ejercía un efecto destructor sobre los tejidos que había su alrededor, provocando una degradación importante.
En cuanto a las cerámicas, se utilizaron en implantología la A1203, bajo su composición de mono o policristales. No es un material tóxico y es plenamente bio-implantable, sin embargo, los poros, en lugar de definirse a 100 micrones alcanzaron cifras de 150 0 200, se descubrieron restos de degradación a nivel superficial después de 22 semanas, por lo que se desechó su uso.
Pero sin duda el titanio es el material que más se ha investigado en su día y el que más compatibilidad tiene con las células humanas. La inercia fisiológica de este material no provoca ninguna corrosión electrolítica y su ionización es inexistente a la hora de atacar los tejidos que lo rodean. Si partimos del polvo de metal comprimido y luego fundido al vacío, obtenemos una resistencia muy alta y gran porosidad.
Precisamente esta porosidad se puede moldear en función de la granulometría del polvo utilizado. De esta forma, este material adquiere unas cualidades magníficas para la osteointegración. Las células se integran en la matriz porosa en una composición parecida a los nidos de abeja, logrando un hermetismo alrededor del implante que ofrece una durabilidad y plasticidad excelentes.
En la actualidad la innovación tecnológica ha permitido la creación de materiales con aún más propiedades para la osteointegración. Es el caso del fabricante suizo Straumann que ha creado una nueva aleación que permite mayor durabilidad y menos molestias para el paciente. Ofrecen una garantía de por vida y está avalado por la comunidad científica. Con más de 14 millones de implantes dentales Straumann es el líder indiscutible de la implantología en la actualidad y, por supuesto, en nuestra clínica dental de Madrid, nuestros pacientes tienen la opción de probar este producto que está a la vanguardia de los implantes dentales en todo el mundo.